
El rico universo narrativo de la novela “Memoria tremens”, de Marcio Veloz Maggiolo
Por Emilia Pereyra
“Memoria tremens”, una de las últimas novelas publicadas por el prolífico y reconocido narrador dominicano Marcio Veloz Maggiolo, ha comenzado a ser apreciada y leída con atención, por un público que suele valorar su vasta y meritoria producción narrativa.
En nuestro caso, vamos a centrarnos en la forma en que el diestro novelista ha estructurado esta compleja y atractiva narración.
En primer lugar, la obra no obedece a los patrones tradicionales. El narrador no cuenta una historia lineal, con un principio y un fin, esquema que se ha desarrollado bastante en reconocidas obras literarias del pasado y también de esta época contemporánea.
Las historias que dan vida a “Memoria tremens” son poco a poco desovilladas por una voz narradora sinuosa, que nos va dando elementos que nos permitirán armar el todo, la magna historia que justifica un título abarcador como el que nombra a la propia novela.
Se trata de narración en la que los recuerdos y la fantasía desempeñan un papel relevante y determinan el modo del contar. Las voces prevalecientes generan ecos y resonancias que llenan el texto de sugerentes claroscuros y evocaciones.
Como nos indica el título “Memoria tremens”, en esta novela la gran memoria y el conjunto de recuerdos individuales brotan y hallan una expresión literaria y fantasiosa en las historias desmesuradas que nos cuenta el narrador. Esta voz relata lo vivido, lo imaginado, lo intuido y lo esperado.
Matildo Pérez, personaje esencial y voz predominante en “Memoria Tremens”, va erigiendo un mundo de ficción alucinante, mezcla de realidades, fantasías y quimeras.
Dirigiéndose a la segunda persona del singular, a la Eusapia omnipresente en sus recuerdos, expone su visión acerca del remoto origen del barrio capitalino de Villa Francisca y los avatares de sus pobladores primigenios.
En su penumbrosa y larga ancianidad, el memorioso Matildo, que navega entre mares de recuerdos, con su modo peculiar de existir y de relatar, desgrana episodios insólitos, que nos parecer brotados de la más desbordada fantasía.
Se trata de un narrador que intuye, supone, rememora y se confiesa un creador de remembranzas, que llegó a escribir poemas de amor “al pie de los campos llenos de bledo” en su lejana juventud. Él mismo declara que su narración puede ser producto de sus extravíos. Entonces, como ocurre en otras novelas, la materia de esta obra está formada de lo real y de lo imaginario, que origina una nueva mezcla que proporciona una originalísima dimensión al discurso narrativo.
Como decía anteriormente, la novela no es lineal y por ende va sumando por partes, por diversos caminos. Siguiendo los entreverados laberintos de la memoria, la narración de Matildo va y viene, se corta y se enlaza de nuevo hasta constituir un todo, articulado con notable expresividad y momentos de gran belleza discursiva.
En esencia “Memoria Tremens” es una novela elaborada de los recuerdos, que como una cascada construyen su cuerpo palpitante y torrentoso.
Esta producción de Veloz Maggiolo es cónsona con otras de sus novelas, porque el autor ha vuelto a usar la memoria como una cantera literaria de la que ha obtenido brillantes resultados. Él ha sabido apelar a la remembranza colectiva y a sus propios recuerdos para elaborar buena parte de su prolífica y reconocida obra. Otros autores, que conocen la importancia de este filón literario que es la memoria, lo han utilizado en diversas latitudes.
Y a prepósito del uso de los recuerdos y de la memoria colectiva como materia prima literaria, el admirado novelista español Juan Marsé ha expresado que para el escritor imaginación y memoria son dos palabras que van siempre entrelazadas, y que a menudo resulta difícil separarlas.
Textualmente, ha expresado lo siguiente el prolífico autor de “Últimas tardes con Teresa”, en su discurso de recibimiento del Premio Cervantes, sobre este importante tema:
“Ciertamente un escritor no es nada sin imaginación, pero tampoco sin memoria, sea ésta personal o colectiva, esté proyectada en la novela histórica de fecha más remota, o en la literatura de ficción científica más futurista y fantástica. No hay literatura sin memoria. Incluso la memoria trapacera puede hacer buena literatura. La tan reiterada advocación ‘hay que olvidar el pasado’, lógicamente no se aviene con la naturaleza y la función de la escritura. Hay que acotar nuevas parcelas de la memoria, hacer más denso el laberinto, cuidando, pues, de dejar una traza de hilo, como hizo Teseo aquella vez, para poder volver al exterior, y contarlo. Sobre todo, en lo que a mí respecta por lo menos, persistir en la búsqueda de algo, que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver, por encima de cualquier otra finalidad, con alguna forma de belleza”.
Y la belleza literaria exuda en “Memoria tremens”, novela en la que resaltan pasajes de refinado lirismo, como el que citamos a continuación: “La palabra que escapa de la boca es ajena, como una mariposa que al pasar puedes atrapar y coleccionar haciéndote dueño de su vuelo. He de narrarte, imprevista e improvisada Eusapia, la historia de mi Filoma, pues tienes que entenderla flotando entre la incertidumbre de mis palabras que son como abono para los árboles del sueño con los que tropiezo cada noche en mi bosque de enredaderas y lilas angustiosas”.
En la narración, el brumoso y poético decir de Matildo da paso a otras voces, y así alude a lo que dice Teotonio en varios capítulos de su obra única y mágica y pone en boca de la proverbial Eusapia expresiones como: “Dirás que un viejo más o menos centenario, o tal vez nonagenario (porque la memoria se estanca y ya no sabes cuál es el tiempo real), no debería estar pensando en amores, pero resulta que no son amores simples, sino compromisos dotados de fuerzas que anida en el mundo paralelo de las almas que tanto conoces, porque no eres nueva en estos menesteres, Eusapia”.
Teotonio, cuya voz aparece de vez en cuando, cobra presencia cuando Matildo le da paso, para que pueda transmitir su sabiduría de filósofo imaginado y aportar más sentido al todo de la obra.
Lo mismo ocurre con las voces de varios personajes actuantes en la novela y con otros que forman parte de las variopintas masas del pueblo.
La mencionada Eusapia es una de las mujeres a las que está íntimamente ligado el viejo Matildo, también vinculado a otras increíbles como Filoma, conocida como La Niña Serpiente, la abuela Marta y Minina. Además, figuran en la obra otros como el disoluto padre Andrickson, Abdulah, Tagore Pérez, el padre del narrador, y distintos personajes femeninos y masculinos que adquieren vitalidad a través su particular visión sobre hechos ocurridos en la lejana época en que fue fundado el barrio de Villa Francisca, enclave citadino de gran presencia literaria también en otras narraciones de Veloz Maggiolo.
En “Memoria tremens” la voz memoriosa traspasa centurias y se traslada al siglo XVI, en cuyos finales se produjo la invasión a Santo Domingo del temible corsario inglés Francis Drake y a épocas aún más distantes, como el tiempo en que el virrey Diego Colón vivió en la isla, junto a doña María de Toledo y su llamativa corte.
La novela de Veloz Maggiolo llega a ser coral, pues el propio narrador da paso a otras voces, por lo cual es una obra de copiosos y variados matices y puntos de vistas, aunque rige de manera predominante ese gran orquestador que es Matildo Pérez, personalidad compleja y experimentada, cantera de recuerdos y vivencias que tamiza la evocación de vaporosas realidades salpicadas de quimeras.
Dirigiéndose a la omnipresente Eusapia, el ciego Matildo le dice: “Hablemos de esto a dúo, como en una zarzuela en donde los amantes cantan mirándose la cara, aunque no podamos vérnosla”.
“Memoria tremens” es una novela ambiciosa desde el punto de vista creativo, llena de entreverados caminos e historias desmesuradas y extraordinarias.
No es una obra concebida para lectores despistados o perezosos. Demanda atención, capacidad par aquilatar las voces y los matices complejos y pericia para establecer relaciones entre épocas distintas y valorar la amplia y profunda cosmovisión propuesta y el denso mundo esotérico sobre el que se sustentan sus historias, aspectos que serán abordados en este panel.
Por ende, la lectura de “Memoria tremens” demanda a un público lector capaz de apreciar una prosa de notable vigor y profundos registros, que alcanza cotas elevadas de expresividad literaria y evidencia la destreza creativa de uno de los más fecundos autores dominicanos, cuyo talento narrativo lo ha llevado a traspasar las fronteras nacionales con notable éxito.
*21 de enero del 2018. Este texto fue leído en un panel sobre la obra de don Marcio Veloz Maggiolo, efectuado en la Academia Dominicana de la Lengua.
El hiperrealismo "sucio" en la novela Sinfonía de las cacerolas
Por Emilia Pereyra
El escritor Luis R. Santos ha publicado recientemente Sinfonía de las cacerolas, una osada novela sobre un tramo decisivo de la historia reciente que reconstruye acontecimientos ocurridos en los pasados gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana.
Las audaces perspectivas y recursos con que el experimentado autor articula los tópicos y personajes inscriben su obra en el hiperrealismo, una corriente literaria sustentada en un realismo exacerbado.
En otras novelas ya conocidas, Santos ha cultivado el realismo “sucio”, pero en esta narrativa extrema sus enfoques, descripciones y juicios, y en ciertos episodios la obra se torna caricaturesca cuando se relatan determinadas conductas y episodios protagonizados por personajes estelares, como Dani Nadime o Flor Cerdeño.
Dentro de su estrategia narrativa, Santos eligió para contar a una voz incisiva e insultante en ocasiones, y los hechos ocurridos en el teatro de la política se cuentan desde la visión del narrador omnisciente (que todo lo sabe, todo lo ve y todo lo intuye).
Aunque en su mayoría los nombres de los principales personajes no son exactamente iguales a sus correspondientes en la realidad, es muy fácil saber a quiénes encarnan Dani Nadime, Leónidas Hernández y Flor Cerdeño y quiénes son los personajes que representan a muchas otras figuras notables de los gobiernos peledeístas y del ambiente sociopolítico y mediático.
Algunos personajes y entidades mencionados por sus propios nombres (o casi) son Joao Santana y Mónica Moura, los famosos publicistas y estrategas brasileños, Odebrecht, Barrick Gold, PLD y PRM, doña Cindy, González Castillo, José R. Piedralta, Berto R. Barbablanca, Micky V. Malnacido, Elbautista Féliz, Bien Bidó Nadime, Quirino, Víctor de la Púa, Tamocles Montés, Lucho Jiménez, Eulalio Cabral, Julio del Foso, Juan Bosch, José Luis Taveras, Alicia Ortega, Espinal y Enmanuel Esquea Guerrero, entre otros.
Bajo el título El padrino de Río Caño, se hace un relato, con repercusiones escatológicas, que satiriza un hecho acaecido en el ámbito de la ficción protagonizado por el presidente Nadime, en la intimidad de su hogar, en que se reflejan los efectos en su cuerpo de las tensiones políticas y existenciales, tras haber cenado con varios platos, parangonados por el narrador con una porción de “tiburón podrido”, expresión extraída del registro de las locuciones más sonadas del político de carne y hueso.
La realidad como materia literaria
Quien lea la obra encontrará la recreación de episodios ampliamente divulgados relativos a las sórdidas “batallas” políticas y tejemanejes por el liderazgo de los dos expresidentes peledeístas y a ciertas actuaciones de la ex primera dama y exvicepresidenta de la República, dominatriz de la puesta en escena del publicitado beso de la campaña pasada y de importantes esferas del gobierno.
Incluso, se puede percibir con claridad el tratamiento cronológico de los acontecimientos profusamente divulgados por medios de comunicación y redes sociales, que dan cuerpo a la narrativa.
Santos, autor de Princesa de Capotillo y otras novelas conocidas, utiliza fragmentos de noticias y declaraciones públicas de los propios líderes y relacionados convertidos en personajes, para enfatizar el hiperrealismo de su narración de temática política.
Para enriquecer los niveles ficcionales, el veterano novelista compone diálogos claramente imaginados, en el contexto de lo posible, como ciertas conversaciones entre Dani Nadime y Leónidas Hernández o entre Leónidas Hernández y su esposa Flor Cerdeño, también aspirante presidencial.
La novela comienza relatando el nacimiento, en el 1951, en la paupérrima comunidad de Río Caño, de Dani Nadime, la criatura que saldría de la pobreza y se convertiría muchos años después en el presidente de la República y en casi “Dios”.
Pero rápidamente la voz narradora empieza a contar las patéticas disputas por la primacía política que determinaron la pérdida del poder del Partido de la Liberación Dominicana en las elecciones del 2020.
Entre los pocos personajes de ficción de Sinfonía de las cacerolas sobresale la asesora Casandra, una especie de voz de la conciencia que le hace acerbas críticas y reclamos al presidente Dani Nadime por sus intentonas reeleccionistas y sus manipulaciones de los casos de corrupción.
En la obra se pueden leer algunas frases reflejos de “verdades” asumidas en ciertos momentos de la política criolla tales como “Nada se parece tanto a la palabra de Dios como la firma de un presidente dominicano”; “Mientras yo respire, a ese que no aspire” y “un penco de candidato”.
La estética de la novela
El tejido escritural de la novela se ha trenzado con los hilos de la hiperrealidad y la sátira. Para mantener la contextura, el narrador apela a palabras y expresiones “mondas y lirondas” del argot popular, a la burla y al uso de metáforas descarnadas. Esas mixturas son determinantes para que se mantenga la vitalidad de una estética corrosiva y ácida, de tendencia partidista.
Un ejemplo es el siguiente párrafo sobre una reunión, para tratar el caso Odebrecht, entre Dani Nadime y el procurador Yanalán Rodríguez, uno de los personales más castigados por el látigo verbal del narrador.
“En la primera reunión no llegaron a ninguna conclusión, porque el caso tenía más espinas que un cactus y más veneno que una cobra Mamba Negra. Sin embargo, sabían que era imposible no lanzar a unos cuantos cristianos a la jaula de los leones hambrientos. Sabían que tenían que embarrar a unos cuantos de su entorno, y no con una crema humectante con olor a gardenias, sino a m…” (p.126).
Otra muestra de parecidos matices es el subsiguiente: “Desde aquella misma noche, la prensa súbdita del gobierno empezó a tirar chorros de excrementos sobre el expresidente Hernández, al que acusaban de haber regalado uno de los patrimonios más relevantes de la nación dominicana. Y al paso de los días la imagen del presidente del PLD se achicaba, se encogía como un trapo de tela de mala calidad” (p.94).
En ciertos pasajes se revela la cultura letrada de la voz dominante y su imbatible mirada sarcástica… “Dani Nadime siguió su rutina cotidiana; las horas transcurrían y una quietud casi inaguantable empezó a trastrocarle el estado de ánimo. Volvió a preguntar si la asesora se había marchado. No, todavía estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso, le respondieron” (p.140).
Narrativa de la corrupción
Sinfonía de las cacerolas es la primera novela dominicana centrada en el peliagudo tema de la corrupción en la contemporaneidad que ve la luz, con repercusión pública.
Además, tiene la particularidad de que está inspirada en personas reconocidas de la esfera pública, fácilmente identificables en la nutrida galería de personajes de la narración.
En el acto de puesta en circulación de su obra, efectuado el pasado 27 de marzo, Santos expresó: “Sinfonía de las cacerolas es sobre todo un ajuste de cuentas con el poder, con ese poder que nos hundió hasta el cuello de la ignominia”.
Y agregó: “Esta obra que hoy presentamos quiere dar fe de un tiempo lúgubre de nuestra contemporaneidad; para que quede el testimonio, para que cuando alguien, cincuenta años después, se encuentre con este libro tenga una idea clara de lo que aconteció durante la nefasta era de Dani Nadime y compartes; para que los nietos y bisnietos de estos jerarcas de la perversidad sepan que sus fortunas no fueron hechas al amparo del trabajo digno sino a través del saqueo a los fondos de todos los dominicanos. Para que no se las den de grandes señores, de honorables. Porque han sido juzgados y condenados, al menos, en una instancia moral”.
Días antes, el escritor Avelino Stanley, quien presentó la novela, en la Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, exhortaba a los escritores a instaurar en el país la narrativa de la corrupción para crear conciencia sobre este mal que afecta las arcas nacionales y frena el desarrollo del pueblo dominicano.
Al respecto, en su actividad, Santos dijo: “Avelino Stanley acaba de presentar ante el país su libro de cuentos El fabricador de presidentes, que se enmarca en la misma línea de mi novela y que él ha dado por llamar a stos nuevos textos “narrativa de la corrupción”.
En efecto, el 20 de marzo, Stanley puso a circular su libro de cuentos El fabricador de presidentes, que también convierte en materias literarias diversos temas relativos a la podredumbre en el manejo de las instancias públicas y de la vida cotidiana en la postmodernidad y en etapas pasadas.
Los antecedentes de este tipo obras en el país se remontan a la publicación de Los que falsificaron la firma de Dios, del fenecido escritor Viriato Sención, narración inspirada en el expresidente Joaquín Balaguer y sus gobiernos. En torno a este texto se generó una ruidosa controversia debido a que la administración reformista se negó a entregarle a Sención el Premio Nacional de Novela, ganado en el 1992.
*Texto originalmente publicado en www.diariolibre.com el 4 de abril del 2021.